27 noviembre 2006

MONASTERIO DE SANTA ISABEL LA REAL




























































































El pasado sábado, día 25 de noviembre, a través de la Fundación Albaicín, bajo el denominado Proyecto Piloto Urbano, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional y el Excmo. Ayuntamiento de Granada, pudimos realizar esta visita guiada y programada al Monasterio de Santa Isabel La Real de Granada (situado en la calle del Albaicín que lleva su mismo nombre “Santa Isabel la Real”). Pudiendo llamar al teléfono de la Fundación Albaicín -958 200688- de 8 a 15 h. y solicitar la visita guiada en grupos (mínimo entre 7 y 10 personas y un máximo de 20), siendo el horario de visita todos los sábados a las 11:30 h. O también visitando su página Web en la siguiente dirección http://www.albaicin-granada.com/ y dentro al apartado "vistas" hacer la reserva.

El Monasterio que nos abre sus puertas como experiencia pionera en Granada, está bajo la tutela de la comunidad de franciscanas clarisas (en la actualidad unas 15 monjas) y el objetivo es el de mostrarnos el "rico legado patrimonial y religioso" de este monumento, que fue fundado por Isabel la Católica. Pudiendo acceder no sólo a la capilla, sino también a las dependencias conventuales como los coros, los dormitorios de Regina y Largo (aunque esta zona en la actualidad está en obras y no puede ser visitada), el refectorio y una cocina que alberga colecciones de cobres, latones, lebrillos, prensas, una magnífica colección de cerámica de Fajalauza y vajilla de diario. Agregar que el Monasterio fue construido por deseo expreso de los Reyes Católicos en 1501.
El acceso se realiza por una portada con la imagen de Santa Isabel de Hungría (bajo cuya advocación se fundó el monasterio), emblemas franciscanos y heráldica de los Reyes Católicos, que nos comunica con un exquisito compás, dentro del cual encontramos los muros blanqueados del recinto monacal y la amplia fachada de la iglesia y su torre que, junto con los muros de la iglesia de San Miguel el Bajo, forman un rincón ciertamente delicioso. Destacando el empedrado granadino que hay delante de la puerta principal de la Iglesia y que es el segundo más antiguo de Granada. Al final de dicha entrada principal (justo en frente del comienzo de la Calle de la Tiña), a mano izquierda, observamos el infatigable y antiguo torno de madera del convento de clausura. Aún me acuerdo que, de niño, íbamos a llevarle a las monjas pan duro y mondas de patatas para las gallinas que tenían en su huerto(a), y que nos cambiaban por recortes de las formas que después se consagraban en la Eucaristía.
En el interior de este monasterio se puede ver obras de arte de destacados artistas granadinos de los siglos XVI y XVII como Alonso de Mena, José de Mora, Bocanegra, Diego de Mora o esculturas de Pablo de Rojas, considerado el padre de la escultura andaluza. Destacando dos de sus más importantes joyas: un pequeño cuadro bajo relieve en alabastro (al lado derecho de la escalinata principal del altar, y un busto de la Dolorosa, ambas del maestro José de Mora.
Otro de los valores estéticos que podemos disfrutar los visitantes son las carpinterías mudéjares que alberga el monasterio, como una armadura de la nave de la iglesia, una armadura de la escalera, alfarjes del coro bajo y una bóveda de pinjantes en la capilla mayor. En el dormitorio de Regina se puede ver (aunque temporalmente está cerrado por obras) parte de la segunda mayor colección de "Niños Jesús" de España.
Otra dependencia destacable del monasterio es su claustro dotado de una amplitud e iluminación más que sorprendentes y cuya fuente central se consiguió por una “ajuste de cuentas”. Aclaro, por un ajuste de cuentas con el maestro albañil que habiendo cobrado más hasta la fecha, las monjas le sacaron este extra nada despreciable y cuyos caños, salientes de unas caras en relieve, fueron pioneros por aquellas fechas (1580)
Visita recomendada ya que a través del arte, podemos comunicarnos, escuchar ese silencio en el que está envuelto todo el monasterio y que se mantiene bajo la oración y el trabajo de las hermanas clarisas, mostrándonos que la vida no es sólo lo que está por fuera de sus tapias, por lo que nos peleamos en esta supervivencia a la que llamamos progreso. Pero una parada, de una hora y pico que dura la visita, nos hace olvidarnos de esa lucha y transportarnos a ese mundo interior y que escasea tanto.